¿Qué hacer?
El Chachani, dicen que es el 6.000 más fácil que existe, pero no nos olvidemos de una cosa, sigue siendo un 6mil. Como ya he dicho la empresa con la que fui era Quechua y realmente son buena gente, eso sí, pedir el saco más gordo que tengan.
Respecto al ascenso, quedamos con ellos a la mañana, nos tenían preparadas las cosas que necesitábamos y algo más también, incluso los bastones que no estaban en el precio nos los prestaron sin coste. Hicimos la mochila y marchamos 3h en todoterreno hasta llegar al valle donde empezaría la caminata.
Desde ese punto son menos de 2h andando hasta el campo base, con una pequeña subida, pero que se hace relativamente fácil. Alcanzas la meta del día, instalas tu tienda, tu saco y dejas todo preparado; yo una vez llegue me puse térmica y mallas y luego fui añadiendo capas según caía el sol.
La cena se toma como a las 5 de la tarde, antes de que anochezca, y mi recomendación es que no lo hagáis en exceso (mejor dárselo al zorro que aparecerá a pedir comida), yo comí bastante y no fue buena idea; termine de cenar y note que la cena no bajaba. Nos acostamos como a las 6 y tumbado seguía con la cena en la garganta, con dolor de tripa, y mucho frío. Realmente llevaba un montón de capas, entre las mías y las que me habían dado, pero no paraba de tiritar (luego me confesaron que se habían equivocado de saco).
No levantamos a la una apenas sin dormir, y sin digerir la cena del día anterior y con mucho frio. No pude desayunar, tome unos sorbitos de mate de coca y nos pusimos a caminar. Empecé con fuerzas, aunque tenía ganas de vomitar la cena del día anterior, en los descansos, cuando la gente bebía y comía algo, yo no podía y aprovechaba para dormir. Estaba muy cansado, y no sé si las cabezadas lo arreglaban o no, porque me seguía durmiendo mientras andaba.
Fuimos pasito a pasito, y la verdad es que tuve suerte de que mi grupo no fuera muy fuerte, porque estaba en unas condiciones pésimas. Cuando salió el sol cambio todo, nos dio el último empujón que necesitábamos y al final, con mucho esfuerzo, conseguimos llegar a la cima.
No es que sea una montaña difícil de subir para cualquier montañero, desde luego que técnica no es, pero sí que hay que luchar fuerte contra el frío y la altura, o esa es la impresión que me lleve en mi experiencia. Ese día varios se dieron la vuelta a mitad de camino.
La bajada fue más rápida, pero aun y todo se hizo larga, de ahí tocaba recoger los bártulos y hacer otra vez la mochila para volver a Arequipa.
Respecto al ascenso, quedamos con ellos a la mañana, nos tenían preparadas las cosas que necesitábamos y algo más también, incluso los bastones que no estaban en el precio nos los prestaron sin coste. Hicimos la mochila y marchamos 3h en todoterreno hasta llegar al valle donde empezaría la caminata.
Desde ese punto son menos de 2h andando hasta el campo base, con una pequeña subida, pero que se hace relativamente fácil. Alcanzas la meta del día, instalas tu tienda, tu saco y dejas todo preparado; yo una vez llegue me puse térmica y mallas y luego fui añadiendo capas según caía el sol.
La cena se toma como a las 5 de la tarde, antes de que anochezca, y mi recomendación es que no lo hagáis en exceso (mejor dárselo al zorro que aparecerá a pedir comida), yo comí bastante y no fue buena idea; termine de cenar y note que la cena no bajaba. Nos acostamos como a las 6 y tumbado seguía con la cena en la garganta, con dolor de tripa, y mucho frío. Realmente llevaba un montón de capas, entre las mías y las que me habían dado, pero no paraba de tiritar (luego me confesaron que se habían equivocado de saco).
No levantamos a la una apenas sin dormir, y sin digerir la cena del día anterior y con mucho frio. No pude desayunar, tome unos sorbitos de mate de coca y nos pusimos a caminar. Empecé con fuerzas, aunque tenía ganas de vomitar la cena del día anterior, en los descansos, cuando la gente bebía y comía algo, yo no podía y aprovechaba para dormir. Estaba muy cansado, y no sé si las cabezadas lo arreglaban o no, porque me seguía durmiendo mientras andaba.
Fuimos pasito a pasito, y la verdad es que tuve suerte de que mi grupo no fuera muy fuerte, porque estaba en unas condiciones pésimas. Cuando salió el sol cambio todo, nos dio el último empujón que necesitábamos y al final, con mucho esfuerzo, conseguimos llegar a la cima.
No es que sea una montaña difícil de subir para cualquier montañero, desde luego que técnica no es, pero sí que hay que luchar fuerte contra el frío y la altura, o esa es la impresión que me lleve en mi experiencia. Ese día varios se dieron la vuelta a mitad de camino.
La bajada fue más rápida, pero aun y todo se hizo larga, de ahí tocaba recoger los bártulos y hacer otra vez la mochila para volver a Arequipa.
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